V ivimos una época en la que, con la llegada del nuevo coronavirus, nos estamos enfrentando a una situación crítica —unos más que otros—. En muchos sentidos, son tiempos de crisis en los que todos podemos manifestar negatividad interior y exterior, pero también positividad.
Por lo general, en tiempos de relativa calma, las cosas marchan más o menos bien y, cuando ocurre un problema, sabemos cómo salir adelante. Sin embargo, en los momentos de crisis, ocurren cambios drásticos que nos dejan claro el nivel de interconexión que tenemos con los demás seres, lo mucho que solemos depender del mundo exterior y que todo lo que damos por sentado se mueve constantemente. A partir de este punto, tenemos dos opciones: experimentar los cambios como un obstáculo que nos lleva a vivir situaciones dolorosas, o bien, ser flexibles y desarrollar nuestra fuerza interior. Pero, ¿cómo podemos transformar la adversidad en algo que nos aporte bienestar en vez de sufrimiento? La respuesta está en la manera en la que percibimos la realidad.
La mente es capaz de conocer y comprender cada fenómeno —entendido como toda manifestación que se hace presente en la consciencia de un sujeto—; sin embargo, los fenómenos de la existencia se experimentan según son percibidos por nuestra mente.
Entonces, si todo lo que experimentamos es una elaboración mental, ¿por qué no podemos controlar la forma en la que percibimos las cosas? La buena noticia es que sí podemos, en la medida en la que somos capaces de comprender con claridad la realidad tal y como es. Por tanto, si percibimos lo que sucede desde las expectativas, la confusión y las emociones negativas (miedo, enojo, tristeza, etc.), el resultado será insatisfacción y sufrimiento; si, por el contrario, percibimos la realidad desde la claridad, el entendimiento y la sabiduría, el resultado será calma y paz mental.
Desde hace mucho tiempo se ha propuesto que la plasticidad sináptica es uno de los procesos más importantes de la función cerebral y a través del cual nos adaptamos a nuestro entorno. El aprendizaje es un fenómeno de varios pasos que comprende, al menos, una fase de codificación y otra de consolidación. La primera ocurre durante el estado de vigilia y, la segunda, durante la de sueño. 1
El cerebro es el órgano clave de los procesos que gestionan el estrés, pues es capaz de determinar qué, de todo lo que experimentamos, es potencialmente peligroso; también organiza cómo enfrentarnos a las experiencias estresantes y se adapta, desde el punto de vista funcional y estructural, para producir cambios conductuales. 2 No obstante, aún se desconocen muchos aspectos respecto a las modificaciones celulares y de conectividad implicadas en la plasticidad cerebral. 1
Las crisis también ayudan a desarrollar el aprecio hacia los demás y el deseo de que las personas estén libres del sufrimiento. Si comprendemos la adversidad y las situaciones dolorosas (como la enfermedad y la muerte) como parte de la existencia, lo que al principio interpretamos como un obstáculo puede convertirse en aprendizaje para desarrollar nuestra paz interior.
Texto revisado por: Tenzin Yampel, monje budista y guía de meditación: @tenzinyamin.