Marzo, 2021
La interconexión que mantenemos con los demás y con lo demás tiene importancia en todas nuestras relaciones y en todos los aspectos de nuestras vidas. La interdependencia describe nuestra profunda conexión, pero también explica por qué y cómo estamos interconectados; es una fuerza que opera en el mundo, tanto si lo apreciamos como si no, y gracias a ella podemos responder y adaptarnos a las circunstancias.
Todo lo que existe en la vida es una condición que afecta a otras, y que a su vez también se ve afectada, en una vasta y compleja red de causalidad. Nuestra supervivencia depende totalmente de otros y, si no fuera por los demás, no podríamos vivir como lo hacemos. La interdependencia tiene implicaciones no solo en nuestra vida emocional, sino en casi todas las esferas de la vida en este planeta.
TODOS ESTAMOS
INTERCONECTADOS
—los
unos con los otros y con el planeta—
y nuestra existencia depende
totalmente de los demás
Cuando somos capaces de reconocer que todo lo que experimentamos en nuestra vida es gracias a los demás, podemos abandonar con más facilidad la visión egoísta y cultivar sentimientos de bondad, compasión y amor.
La sabiduría que surge cuando comprendemos totalmente nuestra interconexión es una fuerza que puede desmantelar los muros que nos separan de los demás. La empatía, entonces, puede crecer a partir de la conciencia de que todos somos absolutamente iguales en nuestro deseo de felicidad, y en nuestro anhelo de liberarnos del dolor y el sufrimiento.
La capacidad de compartir los sentimientos de los demás se llama empatía y a través de ella es posible resonar con los sentimientos positivos y negativos de los demás por igual.1,2 La empatía tiene precursores tanto evolutivos como del desarrollo, y puede estudiarse utilizando medidas implícitas (aspectos que pueden ayudar a dilucidar los roles respectivos de la cultura y la biología).2 La investigación psicológica puramente conductual está cada vez más respaldada y ampliada por hallazgos recientes de la neurociencia social y, aunque la empatía se ha estudiado más ampliamente en el dominio del dolor (Figura 1), también se han utilizado paradigmas similares para el estudio del tacto, el disgusto, el gusto o las recompensas sociales.1 Hoy en día sabemos que nuestra capacidad para compartir los sentimientos (emociones y sensaciones) de los demás se basa en las cortezas sensoriomotoras, así como en las estructuras límbicas y paralímbicas. Las habilidades para comprender los pensamientos de otras personas y compartir sus afectos muestran diferentes trayectorias ontogenéticas que reflejan los diferentes caminos de desarrollo de sus estructuras neuronales subyacentes.3
La interconexión revela que ir tras nuestros objetivos puede, o bien beneficiar, o bien perjudicar a otros, directa o indirectamente. Es así que, al buscar nuestra propia felicidad, tenemos la responsabilidad de considerar el efecto de nuestras acciones en el bienestar de los demás.4
Medicus 2021;02(10)